La inteligencia artificial está aquí y ha venido para quedarse. No es una moda, ni una burbuja, ni un bluf efímero como el mini disc o las medias por encima de la rodilla. Es una realidad tan apabullante como llena de posibilidades. Algo que puede cambiar nuestra manera de trabajar, de relacionarnos y de disfrutar de nuestro ocio para siempre. Aunque, como todo lo nuevo, puede asustar un poco y hasta provocar cierto rechazo.
Uno de los argumentos predilectos de los críticos es el de que ninguna máquina va a saber mejor que ellos mismos lo que les conviene. Que ya son mayorcitos para elegir y no necesitan que ningún GPS virtual les vaya diciendo el regalo con el que más éxito tendrán, la camisa que mejor va a sentarles, el viaje que más les seducirá o la serie de televisión que más les enganchará. Que nadie, y menos un sistema de inteligencia artificial, va a conocerles mejor que ellos mismos.
Pues bien, señores críticos, he aquí algo que deben saber. Ustedes no se conocen tanto como creen. De hecho, en muchos aspectos no se conocen en absoluto.
No, no es culpa suya ni se trata de un problema que les afecte únicamente a ellos. Nos sucede a todos. El autoconocimiento no es nuestro fuerte. Más que nada porque nadie nos ha educado para ello. No nos han ensañado a explorar nuestras capacidades, nuestras fortalezas y debilidades. Por ejemplo, la mayoría de nosotros llegamos a la edad adulta y al mundo del trabajo sin tener un atisbo de lo que nos gusta, de lo que se nos da bien o de las posibles alternativas hacia las que podríamos encaminar nuestros pasos profesionales.
Y algo parecido sucede también en nuestro ámbito personal. Por supuesto, la experiencia y nuestras incursiones y encontronazos con la prueba-error nos van a ayudar a avanzar en ese autoconocimiento. Pero es, en general, un avance errático y tortuoso. Quizá, precisamente ahí radiqué parte de su encanto, no digo que no. Pero también es una fuente de frustración e incertidumbre importante.
La inteligencia artificial puede reducir parte de esta incertidumbre. Y aplicaciones como Buaala ayudan a acortar el camino del autoconocimiento al poner en juego una enorme cantidad de variables extraídas del historial social y las elecciones de las personas, contextualizadas y combinadas con las de su entorno, para hacer recomendaciones lo más ajustadas posible a sus preferencias. A veces, algunas que ni ellas mismas jamás habrían sospechado que resultarían acertadas.
Quizá, precisamente ahí, radiqué parte de su encanto.